Una muestra de lo que puede pasar en una década

Oct 14, 2020

Advertencia: ¡las fórmulas mágicas solo funcionan en los cuentos de hadas! No existe una única receta para desarrollar habilidades de comunicación, ni tampoco un molde que le sirva a todo el mundo.

Si realmente quieres trabajar en tu ConCiencia de comunicación debes saber que hacerlo exige esfuerzo y dedicación. Ahora, si decides seguir esta ruta contarás con nuestra compañía y con las herramientas que diseñamos para ti, pero será tu responsabilidad encontrar lo mejor que hay en ti. 

Esta es la primera de una serie de publicaciones sobre grandes mentes que aceptaron el reto de compartir sus ideas con millones de personas con la guía de Think & Talk. Gracias a esos soñadores que apostaron por la construcción de escenarios cuándo nadie entendía de qué se trataba, hoy puedo compartir contigo estas historias inspiradoras que ayudé a definir consolidar y, finalmente, difundir.

Gracias a ellos por compartir con nosotros sus recuerdos más íntimos y por dedicar semanas y hasta meses a desarrollar su ConCiencia de comunicación. El resultado, como puedes ver, son charlas perfectas, inspiradoras, que conducen a la acción.

¿Qué motiva estas palabras?

Hace un par de meses comencé a pensar en cómo quería celebrar mi primera década trabajando en lo que me apasiona: darles voz a las ideas de otros. Decidí que la mejor forma de hacerlo es compartiendo con ustedes las historias inspiradoras de las más de 500 personas que he preparado como conferencistas en escenarios como Creative Mornings, TEDx, WorldSpeech Day, Inspire Talks y 99U entre otros. 

Confieso que ni en sueños pensé que pasaría de tener pánico escénico a ser curadora de grandes escenarios, es decir, a seleccionar contenidos y conferencistas. Tampoco imaginé que sería entrenadora de los más increíbles imaginadores del mundo entero. 

Cuando pienso en la primera vez que asumí esa responsabilidad, recuerdo las palabras que me dijo un gran amigo: “Si el término media naranja se materializara, serían Think&Talk más Paula Rincón: una simbiosis única, una relación que envidiaría cualquier amante".

Sentí que mi pasión se materializaba y para ello tuve que abandonar el cómodo mundo de los empleados y saltar hacia el incierto universo emprendedor. Aunque mi premisa era una locura en ese entonces, querer demostrarle al mundo que todas las personas tienen la capacidad única para enamorar con sus ideas era el camino correcto.

En ese momento mágico nació mi empresa, mi laboratorio. El escenario ideal para investigar, medir, explorar, probar y desafiar el comportamiento humano y medir la importancia de nuestras habilidades comunicativas. No incluiré aquí cifras y resultados cuantitativos, pero sí describiré técnicas y herramientas que hemos probado, medido y desafiado en las situaciones más complejas. Sin más preámbulos, te doy la bienvenida a esta ruta abundante en herramientas diseñadas a tu medida.

Un cafecito ...

Cuando estuve segura de que tenía una idea con potencia suficiente para crear una compañía, puse en práctica una de mis filosofías de vida: un cafecito no se le niega a nadie. Busqué con quien compartir mi idea y me junté con personas que piensan diferente a mi. Quería sacudirme el ánimo corbatudo, o excesivamente corporativo que había adquirido en mi vida como empleada. Me acerqué al universo de los más jóvenes en donde el emprendimiento era una dinámica natural que más que hacer negocios, buscaba cambiar mentes y comportamientos. 

Sentí que abría la caja de Pandora y que de ella salían millones de ideas, comportamientos y posibilidades nuevas para mi. Adquirí los poderes de los míticos vampiros que se alimenta de la energía vital de otros y aprendí de mis interlocutores su capacidad de arriesgarlo todo y trabajar con pasión infinita por aquello en lo que creían.

Emprender, claro, no fue un camino de rosas y me estrellé más de mil veces, experiencia gracias a la cual –aunque suene a frase de cajón– encontré posiciones que no son negociables en ninguna circunstancia y que hicieron de mi idea una empresa sólida y exitosa.

En una de esas conversaciones, a pesar de mi actitud “corbatuda” y gracias a mi trayectoria en el mundo de las comunicaciones y las relaciones públicas, acabaron invitándome a acompañar la preparación de unos conferencistas. “Señores y señoras grandes”, decían mis jóvenes interlocutores, “que harían una conferencia de hasta veinte minutos en una universidad.” Inmediatamente acepté la invitación sin importar que fuera un trabajo ad honorem. Tenía la mejor actitud, estaba lista pa´las que fuera.

Recibí una citación en un calendario programado por el secretario indio de uno de los integrantes del equipo (en ese entonces un invento que me dejó con la boca abierta), una especie de asistente remoto que hacía por él las tareas operativas. La reunión fue en la casa de uno de los conferencistas, una de esas personas que quieren poner todos sus conocimientos y experiencia al servicio de los demás. 

Llegué muy formal antes de la hora acordada y mientras preguntaba por el parqueadero, llegaron también mis dos colegas de entrenamientos, uno caminando y el otro en patineta. ¿Quién creen que era ahí el bicho raro? Fue inevitable hablar unos minutos antes de entrar sobre el impacto ambiental y físico de los vehículos. Adentro me sorprendió la arquitectura. Era un espacio como pocos he visto en Bogotá, estaba lleno de árboles y la construcción era apenas perceptible. En medio de una biblioteca espectacular y de decenas de obras de arte, nos recibió una persona que bien habría podido ser el viejo sabio de cualquier historia fantástica.

Ese día inicié una conversación que lleva ya una década y que, en cada café, se alimenta de historias y deseos de enamorar con cada idea. 

Ese día no dije más de dos frasesCada idea de nuestro anfitrión sobre la arquitectura –el tema sobre el cual haría su exposición–era más maravillosa que la anterior. El tiempo se detuvo y mi mente se expandió. Intenté apuntar todo lo que nos dijo, pero era demasiado… poco a poco fui entendiendo que mi rimbombante rol de entrenadora consistía en escuchar, en seleccionar de ese cofre del tesoro que era su cabeza, las joyas adecuadas para tejer una historia que enamorara a la audiencia. Mi misión era ayudar a que un grupo de espectadores que poco o nada sabían sobre arquitectura, se enamoraran del conferencista y de sus ideas tal y como me había ocurrido a mí.

Esa noche no pude dormir, escribí y taché decenas de ideas en mi cuaderno; estaba llena de ideas, ansiosa por tener un segundo encuentro de preparación. Descubrí que lo mejor que podía hacer era un mapa que nos permitiera poner en blanco y negro y en orden todas las ideas, que nos ayudara a ver en perspectiva cada elemento desde los zapatos de la audiencia y con nos revelara una ruta para la conferencia clara y fácil de replicar. 

Fue así como nació una secuencia de organización de las ideas que no he dejado de usar y mejorar. Un tablero de juego sencillo que le ha ayudado a muchas personas a simplificarse la vida al momento de construir un ejercicio de comunicación poderoso:

  • Inicia con una lluvia de ideas en la que todo sirve y vale
  • Muestra un camino para organizarlas, agruparlas y exige decantarlas.
  • El mapa de ideas depurado permite establecer prioridades y descartar lo que exceda el marco del ejercicio de comunicación.

Recomendación: haz este ejercicio sobre una pared o un tablero, usa papelitos de colores, ¡aquí las viejas maneras son más eficientes!

Este proceso se fue enriqueciendo con músicos, artistas plásticos, empresarios, deportistas y atletas que me confiaron sus sueños, deseos y perspectivas tan particulares como diversas; ha servido para darles luz a ideas reveladoras y a cuestionamientos radicales. En todos los casos, estos fueron los retos en común:

  •  Identificar la información que podía germinar la cabeza de cualquier espectador.
  •   Recopilar, ordenar, depurar y seleccionar las ideas para armar secuencias lógicas en las que todo encajara.
  • Cumplir con los puntos anteriores y diseñar conferencias cortas y precisas.

Yo venía del mundo corporativo en donde la presentación más corta duraba una hora, las herramientas audiovisuales eran verdaderamente escasas y era obligatorio escuchar, por lo tanto trabajar así representó un verdadero reto. En donde era una obligación escuchar. En este nuevo escenario lo importante era arraigar una idea específica en los corazones y cabezas de la audiencia y asegurarse de que cualquiera pudiera entenderla, ¡no era un desafío menor! 

Comencé a cuestionar lo que había aprendido durante mi vida académica y mi trayectoria profesional.

En este mundo nuevo para mi, la autenticidad y la coherencia eran más valiosas que cualquier truco o modelo. Supe que el entrenamiento que estaba comenzando no consistía en que alguien se aprendiera de memoria un guión muy bien escrito por otro, sino en identificar sus propias palabras y en pulir su voluntad de estilo para crear historias únicas, como sus protagonistas. 

Descubrir en cada uno la ConCiencia de comunicación que detonamos en Think & Talk es una experiencia única que revela lo que nos hace únicos y hace posible que quienes nos oigan, nos recuerden para siempre.

 
 

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