Mientras sigas buscando tips, continuarás repitiendo lo que no eres
May 30, 2025Hablemos con honestidad de los mitos que te alejan de tus metas.
Te he explicado antes que nos llenan la cabeza de reglas, parámetros y pautas que alteran completamente nuestra habilidad real para comunicar. Pero al parecer no lo he dicho con suficiente fuerza como para que dejemos de poner atención a lo que nos quita foco al momento de conectar a otros con nuestras ideas y posturas, así que esta vez intentaré ser más clara.
Nos enseñaron que para hablar bien basta con seguir tres pasos mágicos, cinco consejos infalibles y memorizar la estructura de oro del storytelling como si estuviéramos preparando una receta de cocina rápida. "Habla bonito, sonríe mucho, mira a los ojos de tu audiencia y nunca te olvides del gancho emocional"... como si eso bastara para que alguien te ponga cuidado.
Convertimos algo mágico, humano y natural en una coreografía muy mal hecha, a pesar de cientos de espacios de práctica del libreto, donde importa más parecer empático que serlo o citar autores en lugar de tener una idea propia, y cerrar con una frase brillante en vez de abrir con una intención genuina. Lo más triste es que, en el fondo, seguimos sintiendo que el problema es que no nos entienden.
Qué curioso: tanto entrenamiento para sonar bien… Aún así nadie conecta y tú te alejas más y más de lo que de verdad anhelas y eres; en pocas palabras te debilitas.
Revísalo por tu cuenta, en redes, en espacios políticos, corporativos y hasta sociales. Hemos convertido algo tan poderoso como nuestra habilidad comunicativa en un teatro de bolsillo. Aprendemos libretos ajenos, ensayamos pausas como actores de stand-up mal pagados, y nos obsesionamos con sonar convincentes, aunque no tengamos claro convencer de qué o para qué .
Mientras tanto, proliferan los gurús del “comunica y vencerás” que reparten tips como si fueran caramelos vencidos: “mira a los ojos”, “abre con una historia personal, pero neutra”, “no gesticules tanto”, cuida tu postura, no muevas tus manos… Y ahí estamos, hablando como robots programados con carisma prestado, deseando que alguien—por favor—nos escuche de verdad. Pero claro, ¿cómo van a escucharte si ni tú te reconoces en lo que estás diciendo?
Quizás alguna vez algo de eso haya funcionado, como siempre las pautas con filtro pueden dar resultado, pero te seguro que hoy, en este mundo sobresaturado de discursos perfectos, de afán por la visibilidad y el protagonismo, por la autoridad vestida de falsa humildad, lo que nos está alejando del otro no es lo que nos falta… es todo lo que “ya sabemos” y repetimos sin pensar.
El exceso de técnica mata la emoción, la sobreproducción de discursos apaga la voz y ese entrenamiento que te prometieron que sería tu super poder, está haciéndote sonar exactamente igual a todos los demás, si no me crees pregúntale a Chat GPT ¿qué tan genuino, especial y único eres en tu campo?
Buscando tener un espacio en tu conciencia elegí ir en otra dirección a la habitual, no te voy a enseñar a sumar, te voy a invitar a restar. Vamos a quitarte peso, no a darte más estructura, no porque no valore la preparación, la considera indispensable, sino porque cuando se convierte en actuación, pierdes tu capacidad de conexión.
Desaprender es atreverte a quedarte sin respuestas automáticas, a reconocer que todo lo que aprendiste no siempre aplica o que solo porque alguien te dijo que eso era así no lo puedes dar por hecho. Piensa que tu historia no necesita vestirse de gala para impactar, pero debe ser la tuya, esa que sale de la emoción y viene envuelta en coherencia. Tu manera no tiene que parecerse a la de nadie más.
En Think & Talk lo vemos todo el tiempo: líderes formados, profesionales brillantes, con carreras impecables y credenciales admirables… que no logran movilizar con sus palabras. ¿La razón? Les hacen la tarea. Ellos no son realmente dueños de nada, en muchos casos aunque no quieran, se ven como marionetas y están atrapados en lo que “deberían” decir gracias a las pautas, reglas y expertos que los acompañan, en vez de hablar desde lo que sienten, viven, defienden y en esencia son.
Ten presente que desaprender no es descartar tu experiencia, es dejar de repetirla como si fuera la única forma posible, es volver al origen para recordar por qué lo haces en primer lugar. Y te advierto: este no es un camino cómodo, te exige ser fuerte y aprender a defender tu esencia, porque cuando sueltas la fórmula, el único lugar que te queda para hablar… es tu verdad. Y ahí no hay escudo, ni discurso, ni frase brillante que te salve, solo quedan tú y eso es exactamente lo que el mundo necesita.
¿Qué significa desaprender cuando hablamos de comunicación?
Insisto, no es borrar, no es olvidar, es darte cuenta de que estás haciendo algo en automático y tener el coraje de cuestionarlo, ver que, aunque lleves años hablando en público, en reuniones o guiando equipos, hay gestos, frases, actitudes y fórmulas que repites porque alguien alguna vez te dijo que “así se era”. Lo haces sin revisar si eso te representa, si conecta con los demás, o si funciona para lo que necesitas hoy. John Seely Brown diría que es “abandonar viejas pautas para poder evolucionar en entornos que cambiaron”.
Suelta la idea de que hay reglas o una sola manera correcta de hablar, deja de aspirar a sonar como a quien admiras, atreverte a compartir como tú, es decir no más mensajes de terceras manos, aléjate de discursos escritos por eruditos literatos o inspirados cuenteros, elimina los guiones memorizados y corre si ves que llegas al extremo de no estar seguro ni de la manera en la que te vistes.
Por ejemplo:
- Si cada vez que hablas en fuerzas públicas una sonrisa aunque estés tenso, desaprender es permitirte respirar, conectar con tu emoción y hablar con honestidad.
- Si crees que tienes que llenar tus mensajes de datos para parecer profesional, desaprender es reconocer que la claridad y la conexión valen más que las cifras sin sentido.
- Si piensas que todas las veces tienes que decir algo “impactante”, desaprender es aceptar que a veces lo más simple —lo más humano— es lo que más mueve.
Este camino conecta con líderes que llegan a mi diciendo: “No sé por qué no conectar si lo tengo todo claro” . Al revisar su manera de entregar las ideas, encuentro un patrón: están hablando con lo aprendido, desde la instrucción de cumplir con la tarea y con las normas, no a partir de lo vivido y también lo hacen desde el miedo de compartir lo que en esencia son.
Apropiada esta idea de Peter Senge “el verdadero aprendizaje empieza cuando somos capaces de desafiar lo que creemos saber” .
Mira tu propia comunicación con lupa para hacerte esta pregunta: ¿Esto lo digo porque me representa… o porque lo vi, me lo hicieron, enseñaron, impusieron? Es momento de hablar desde el propósito, no desde la perfección, escuchar desde el presente, no desde la respuesta preparada, conversar desde la humanidad, no desde la expectativa.
Me alegra ver que sigues leyendo, eso quiere decir que te interesa ver si te atreves a soltar todo lo aprendido para compartir como eres.
10 mitos que siguen contándote, aunque ya no sirvan
¿Será que buena parte de lo que te han mostrado sobre cómo hacerlo bien solo te está distanciando de tu mensaje real?
Ponte cómodo, acá empieza lo doloroso, vamos a romper, sin filtro, ni delicadeza, creencias que se repiten como si fueran leyes, pero que están dejando a millas de personas sonando y sintiéndose vacías.
- “Es cuestión de hablar bonito”: La pronunciación perfecta no salva un mensaje sin alma. Puedes tener una voz encantadora, una postura impecable y un ritmo pausado… pero si no estás diciendo algo verdadero, lo único que va a notar la audiencia es que estás actuando, Corrige de una vez: el impacto no está en cómo hablas, está en desde dónde lo haces.
- “Si dominas estas fórmulas / técnicas, tendrás éxito”: La lista es enorme, revisa los que han escuchado: la fórmula de los tres actos, la estructura AIDA, el método STAR, el triángulo del storytelling. Todas parecen mágicas… hasta que las usas y no pasa nada, resulta que las fórmulas no entienden de emociones, de contexto ni de contradicciones humanas. Aprende que el que comunica bien no repite estructuras, diseña experiencias para que venga de la intención. Lo real no se formatea.
- “Una buena historia conecta”: Mentira. Una historia mal contada aburre, desconecta, desenfoca, una historia forzada aleja y si por casualidad te la hicieron por creatividad y no te pertenece se siente plástico, falsa. Cuidado, no necesitas una historia impactante, necesitas una experiencia sincera.
- “Hay que sonar profesional”: ¿Sabes cuántos mensajes, que en teoría son profesionales, suenan… muertos? El tono correcto, la palabra perfecta, el cierre educado, la información necesaria… Pero detrás de todo eso, hay una persona que ya no siente lo que dice. Piénsalo, profesional no es sinónimo de impersonal.
- “La clave está en persuadir”: No, no, no, la clave está en conectar, en movilizar, en construir puentes y relaciones. Cuando solo buscas convencer, deja de escuchar, deja de validar y ahí, la conversación ya se perdió. Persuadir es una meta pequeña para una herramienta tan grande como la comunicación. Así que define bien las metas antes de empezar a caminar.
- “La emoción es opcional”: Error grave, la emoción no es un adorno, es el pegamento del mensaje y es una mezcla cuidadosa que integra lo que dijiste con lo que hiciste sentir.
- “No debes mostrarte vulnerable”: Otro clásico asociado a "cuida tu imagen", a "no muestres dudas" oa "no digas que tienes miedo". Te cuento algo: si no muestras tus grietas, no hay por dónde entrar, la vulnerabilidad bien gestionada no debilita tu mensaje, lo vuelve creíble.
- “Cuida la forma y el fondo se resolverá solo”: ¿En serio, vamos a seguir creyendo que con una buena presentación ya está todo hecho? Si el contenido no tiene alma, ni el mejor diseño salva el impacto. No maquilles lo que no ha pensado o creado con profundidad.
- “Hay una forma correcta de hacerlo”: No, hay una forma tuya, otra mía y otra de cada quien. El problema es que seguimos buscando un molde y atajos, cuando la comunicación real nace del momento, del vínculo, del propósito. La forma correcta es la que construye conexión y eso no se diseña, se entrena con conciencia.
- “Hay que sonar como los que saben”: Tampoco, no tienes que sonar como tu jefe, ni como tu gurú favorito, ni como el influencer del momento. Busca proyectarte como tú, con tu ritmo, tu historia y tu energía. La voz más poderosa no es la más fuerte, es la más fiel a quien la dice.
Cada uno de estos mitos ha sido parte de los discursos que escuchamos en empresas, talleres, universidades y espacios de “comunicación efectiva”, pero como aquí no vinimos a sonar bien sino a aprender a transmitir lo que importa, piensa cómo conectar con intención y deja de repetir lo que ya no sirve.
BONO A: “Preparar no es mi tarea, yo reviso lo que me pasa mi equipo”.
Este es uno de los hábitos más peligrosos que veo en los líderes y no lo digo por lo que comunica… sino por lo que renuncia al decirlo.
“La comunicación la maneja el equipo de prensa”. “Yo me enfoco en la estrategia, los expertos en comunicación se encargan de lo que voy a decir.”
Frases como estas no solo revelan una desconexión con la función vital del liderazgo, también son el síntoma de una cultura que sigue creyendo en acciones ochenteras para “decir cosas bien dichas” y no construir sentido, ni alineal o movilizar.
¿Y sabes qué pasa después?
El equipo “experto” redacta lo que el líder “quiere decir”, él o ella lo leen con un tono que no le pertenece y nadie se siente convocado, nadie se siente tocado, solo queda un eco correcto… pero vacío.
Si tu voz necesita "traducción" cada vez que hablas, no estás liderando, estás delegando lo que nunca debes soltar, por que una cosa es trabajar en equipo para obtener información o para pulir el mensaje, otra muy distinta es abandonar tu narrativa y entregar tus ideas como si fueran una nota de prensa.
Tu liderazgo se expresa en cada palabra, si no sabes usar tu voz, otro hablará por ti y lo que construirás… no será tuyo.
BONO B: "Hay fórmulas infalibles. Solo sigue las técnicas de TED".
¿Sabes cuántas veces me han dicho: "Quiero hablar como en TED. Cuál es la fórmula." ? ¿Y sabes cuántas veces he visto a personas brillantes apagarse por intentar seguirla al pie de cada intento de manual que hay?
“Empieza con una historia personal”. “Haz una pausa dramática”. "Cierra con una frase de impacto. Pero siempre muéstrate natural".
Haces Check, check, check y aun así, no pasa nada, porque las fórmulas que nacieron para servir a la autenticidad, se han vuelto un disfraz, se usan sin propósito, sin conciencia y sin verdad.
¿Y cuál es el resultado? Charlas que parecen copiadas de otras, discursos donde todos suenan iguales, mensajes que, aunque estén bien estructurados, no mueven, no duelen, no abren.
La técnica sin intención se convierte en teatro, el storytelling sin alma se convierte en cliché y lo peor: tu mensaje se convierte en una representación sin eco.
He curado y entrenado por años espacios TEDx y otros escenarios de transmisión de conocimiento, he conocido y acompañado cientos de ponentes para escenarios nacionales e internacionales y te lo digo con la mano en el corazón: Las charlas que la gente recuerda no son las que tienen un gran show, ni las mejores fórmulas, son las que se atreven a romperlas.
La técnica debe estar al servicio del mensaje no al revés porque cuando comunicas con el molde, te pareces a todos, en cambio cuando empleas la conciencia, te vuelves inolvidable.
Y entonces… ¿Qué se necesita para conectar desde el ser y tirar el molde?
Te lo advierto: La manera que te propongo no es más fácil, es más incómoda, pero también más transformadora. Porque mientras el molde aparentemente te da la comodidad de saber qué decir, el ser te exige saber quién eres cuando lo dices.
Aquí no hay recetas universales, hay decisiones valientes que puedes tomar mejor si te recuerdas con frecuencia que aquí no buscamos sonar bien, buscamos hacerlo de verdad.
Consciente del reto que esto representa te comparto lo que he visto acompañando líderes, voceros, equipos, y personas que se han atrevido a narrar con coraje—marcan la diferencia entre una comunicación que “funciona” y una que trasciende:
1. Autenticidad radical: tu mensaje no es mejor cuando se pule, sino cuando se habita
No hablamos de un estilo, es una raíz y cuando lo haces de verdad, dejamos de actuar para empezar a evidenciar quien verdaderamente comunica. Eso incluye mostrar dudas, silencios, límites, quiebres. Entender que no necesitas sonar perfecto, necesitas sonar real. La autenticidad radical no busca aprobación, apunta a la conexión y lo más potente: se siente incluso en lo que no dice.
2. Escucha real: antes de hablar, analiza la energía, el contexto… ya ti mismo
Una de las prácticas más poderosas —y olvidadas— es la capacidad de escuchar antes de comunicar. No me refiero solo a escuchar al otro, hablo de entender lo que está pasando, lo que no se dice, lo que se mueve en el ambiente.
Pero sobre todo escucharte a ti, ¿Desde dónde estás hablando? ¿Qué emoción te estás conduciendo? ¿Estás respondiendo… o estás reaccionando?
La conexión nace cuando dejas de hablar con urgencia y empiezas a hacerlo desde la presencia.
3. La presencia emocional es parte del mensaje, no su enemigo
Nos enseñaron a ocultar lo que sentimos para “no perder credibilidad”, grave error porque una emoción no gestionada te domina mientras que si la reconoces te potencia. Esto quiere decir que la presencia emocional no es desbordarte, es integrarte, es hablar con el cuerpo, el pulso, la conciencia de lo que sientes, sin dejar que eso eclipse lo que quieres decir. Recuerda tu audiencia no necesita verte “sereno”, necesita verte coherente y eso incluye permitirte sentir mientras dices lo que importa.
4. Coherencia narrativa: no construye una historia, prepara tu hilo vital
Una narrativa personal no es una historia épica que se cuenta en tres actos, ¡no más con ese cuentico! Es un hilo que te conecta con lo que defiendes, con lo que viviste, con lo que elegiste y con lo que decidiste dejar atrás.
La coherencia narrativa se nota cuando tu mensaje no contradice tu camino, se ve cuando lo que dices no solo suena real, es real. Hoy, más que nunca, las personas huelen lo impostado y huyen de lo forzado, pero se quedan cuando sienten verdad.
Y no hay fórmula para eso, solo hay una práctica: volver a ti antes de hablar.
Las tendencias lo gritan: nadie quiere escuchar a un robot
Podríamos seguir negándolo, defendiendo el molde, el libreto y los "3 pasos para sonar profesional". Pero el mundo ya se cansó y las señales están por todas partes.
Las personas no buscan expertos con voz de tutorial, anhela y exigen presencia humana, algo —alguien— que les hable con verdad y si aún lo dudas quiero que analices estos tres fenómenos:
MrBeast y la disrupción de la autenticidad sin filtro
¿Sabías que uno de los creadores más vistos del planeta no tiene una dicción perfecta, ni un storytelling académico, ni frases de cierre brillantes, ni formalidad, ni lenguaje corporativo, ni expresiones prediseñadas de poder?
Tiene algo mucho más poderoso: credibilidad emocional, él no actúa, no posa, él es . Su comunidad no lo sigue por su forma de hablar, sino por su forma de estar. Porque cuando hay coherencia, hay confianza y eso es algo que hoy vale más que cualquier estructura.
Si aún no lo conoces te comparto una serie de datos que GPT me ayudó a reunir para este artículo:
Récord de vistas en 24 horas: En julio de 2024, lanzó un video que alcanzó más de 71 millones de vistas en las primeras 24 horas, estableciendo un nuevo récord para videos no musicales en ese período.
Canal con más suscriptores: Hasta el 2 de mayo de 2025, MrBeast es el canal de YouTube con más suscriptores, superando los 390 millones.
Ingresos por video: Se estima que MrBeast gana entre $500,000 y $1 millón por cada video, considerando únicamente los ingresos por publicidad en YouTube.
Espero que estas cifras te pongan a pensar en qué puedes hacer para conectar con tus características reales,
La fatiga del storytelling prefabricado
¿Te ha pasado? Escuchas una historia bien contada, bien estructurada, con sus giros dramáticos bien ubicados… y no te mueve ni un centímetro, eso no es insensibilidad, es saturación.
Estamos presenciando el agotamiento del storytelling de vitrina —ese que suena más a pausa de LinkedIn que una experiencia vivida, no conmueve, porque no se siente y eso es lo que hacemos con cada técnica acabarla.
Está claro que lo que emociona no es una historia perfecta, ni seguir paso a paso “el viaje del héroe”, lo que sirve es una historia real contada por alguien que se atreve a narrarse sin filtros innecesarios.
El auge del slow content: menos perfección, más presencia
En tiempos de scroll infinito y ruido ensordecedor, está creciendo este movimiento que lo cambia todo: Se trata de hacer menos publicaciones al día, más profundidad, menos obsesión con la imagen perfecta, más foco en la verdad compartida.
Y aquí está la clave para ti, no creas que esto es solo para influencers: quienes se atreven a ralentizar y comunicar desde la esencia, están conectando más, porque se atreven a ser imperfectos, pero presentes.
Todo esto nos conduce a una sola conclusión: Ya no gana quien mejor habla, gana quien más se atreve a hablar con verdad.
¿Y ahora qué? Cómo empezar en la práctica
No basta con indignarse, ni con asentir en silencio mientras leemos, desaprender es un verbo que se conjuga en la experiencia. No te voy a dar más técnicas, pero sí te propongo tres movimientos conscientes para que empieces a romper tus propios moldes y te escuches desde un lugar nuevo:
1: Revisa qué has creído sin cuestionar
Haz una lista —sí, literal— de las ideas que has asumido como verdades absolutas.
Ejemplos:
- “Tengo que sonar seguro todo el tiempo”.
- “Una historia debe tener siempre inicio, nudo y desenlace”.
- “No muestres vulnerabilidad en entornos profesionales”.
Ahora pregúntate:
¿Esto lo aprendí o lo viví?
¿Funciona porque conecta, o solo fue alguien que dijo que debía funcionar?
2: Observa un momento real
Elige una interacción de tu semana: Una reunión, una conversación, una presentación, un mensaje que vas a enviar. Antes de hablar o escribir, detente 10 segundos y pregúntate: ¿Desde dónde estoy transmitiendo esto? ¿Desde el miedo a fallar, el deseo de impresionar, o desde una intención auténtica?
Ese segundo de conciencia lo cambia todo; como sabes, no es hablar, es posicionarte.
3: Comparte una historia que no sea épica, pero sí profundamente real
No tiene que ser una historia con lágrimas, ni con música de fondo, solo una experiencia que haya dejado una huella en ti, aunque sea pequeña.
Quizás fue esa vez que te callaste por miedo o cuando defendiste una idea sin tener todo claro o cuando probaste un plato o sabor de helado que te cambió el mundo por un instante o ese momento en el que sentiste que sí estabas siendo tú y por fin alguien te escuchó. Las historias que más transforman no son las más grandes, son las más honestas.
Y no, no necesitas hacerlo en un escenario. Empieza en tu equipo, en tu familia, en tu próximo correo.
Este es mi regalo final para ti: Comunicar no es impresionar, es revelar. Todo lo que has aprendido sobre cómo hablar bien, cautivar, convencer o sonar profesional puede que haya funcionado en el pasado que haya sido un conjunto de primeros auxilios básicos que ya no sirve, pero el mundo que estamos construyendo exige algo más valiente: tu verdad, tu caja de herramientas, no tu manual. Anímate a limpiar la voz, desmontar lo innecesario, soltar el personaje, para entonces, sí, hablar tú.
LA COMUNICACIÓN MÁS PODEROSA NO NACE DE SABER DECIR, NACE DE ATREVERSE A SER.
Un abrazo