CUENTO #5: Cuentos que, aunque parecen, no son cuentos
Nov 14, 2025Capítulo 5: Creía que hablar era liderar, hasta que lo dejaron hablando solo.
Así sin darse cuenta terminó abriendo más frentes de los que pudo sostener. Desde que entraba a una reunión, ya tenía el final en la cabeza. No preguntaba para entender, lo hacía para llevar al punto que ya tenía decidido y esa era su mentalidad ganadora, la que, en teoría lo llevaba al resultado.
Por favor no te anticipes, no era mala persona, tampoco era alguien soberbio, solo estaba programado para eso: cerrar.
Cerraba acuerdos.
Cerraba proyectos.
Cerraba conversaciones.
Pero con el tiempo, fue cerrando también puertas.
Te cuento su historia
Había escalado rápido en su carrera, tenía claridad, visión, metas exigentes, pero se había creído el mito de no tener tiempo. Ni para detenerse a escuchar, o para considerar otros puntos de vista, tampoco para darse cuenta de que cada palabra suya abría algo que él ya no iba a tener tiempo de sostener.
Cuando nos conocimo sus frase habitual era:
—“Yo no vine a hacer amigos. Vine a lograr resultados.”
Y al oírlo siempre me hacía una pregunta en silencio ¿Y cómo te está funcionando? Porque afuera, su equipo lo evitaba, preferían resolver entre ellos. Le tenían respeto, sí, pero no confianza y mucho menos ganas de conversar. Y aunque nunca me lo dijo de esta manera, mi intuición me dice que esta fue la razón real por la que llegó hace unos años a Think & Talk: Porque no sabía hacer las cosas distinto y su fórmula ya no le estaba dando resultado.
La trampa del comunicador de cierre
Hay líderes que creen que comunicar es sinónimo de “cerrar el trato”, de llegar al resultado , de imponer, de mandar, así lo aprendieron y seguro durante un tiempo les funciona, sin embargo es una gran trampa.
Porque a veces, comunicar es abrir procesos, sostener preguntas, dejar espacio, tener conversaciones que no terminan con un “entonces lo hacemos así”. Asusta, si, da la sensación de necesitar mucho tiempo para hacerlo, si, pero es lo que debe ser, y el resultado después del esfuerzo siempre valdrá la pena.
Dato curioso 1: Cuando hay presión de tiempo (por ejemplo plazos ajustados, interrupciones frecuentes, sensación de que “no hay tiempo”), la calidad de la conversación y de la toma de decisiones puede disminuir: las personas reaccionan más rápido, con menos reflexión, lo que afecta su capacidad de comunicar con profundidad.
No hacerlo puede doler
Y mucho, en el caso de mi protagonista los daños eran grandes, se cayeron los vínculos, desapareció la creatividad del equipo, la posibilidad de preguntar sin miedo y lo más grave se cayó la confianza en él.
Porque detrás de su voz poderosa, lo que se escuchaba era prisa, desinterés, desconexión y desconocimiento. Su habilidad de cerrar se volvió su mayor dolor. Es como si un arquitecto construyera solo con puertas.
¿Te lo imaginas? poniendo puerta tras puerta sin paredes que las sostengan. Eso es lo que hacía este gerente. Hablaba con fuerza, pero sin estructura emocional ni vínculo.
Otto Scharmer, creador de la Teoría U, dice que solo se puede transformar lo que estamos dispuestos a ver y escuchar y esa persona no veía, ni escuchaba, solo avanzaba y en su avance, iba dejando atrás justo lo que necesitaba para sostener lo construido.
Dato curioso 2: Existe un área específica de estudio llamada Chronémica (chronemics) que investiga cómo la percepción y el uso del tiempo/ritmo de conversación, pausas, espera, puntualidad, influyen en la comunicación verbal y no verbal.
Un ejercicio
Hoy, antes de tu próxima reunión o conversación clave, pregúntate:
- ¿Qué puertas suelo abrir con mis palabras, que luego dejo sin cuidar?
- ¿Qué conversaciones he cerrado demasiado pronto?
- ¿Qué temas importantes sigo esquivando por querer ir más rápido?
Anota tres respuestas y elige una de ellas para que empieces a reabrir con otra intención, recuerda no es de afán, no es para cerrar, lo vas a hacer para escuchar, construir y sostener.
El aprendizaje sigue
Nuestro líder hoy no habla más fuerte, trabaja todos los días para sostener lo que dice y entender que no gana quien más puertas cierra, sino el que sabe cuáles vale la pena dejar abiertas. Porque al final, liderar no es solo cerrar tratos es sostener vínculos y eso no se logra con prisa sino con presencia.
Me gustarìa que sigas profundizando desde la práctica para que la historia de esta persona no sea un espejo de la tuya, por eso te propongo una serie de buenas prácticas:
- Genera pausas intencionales: no todo debe fluir sin interrupción; el tiempo de silencio también comunica.
- Pregúntate: “¿Cuánto tiempo permito que la otra persona hable antes de intervenir?”
- Adapta tus expectativas de tiempo según el contexto y cultura del interlocutor.
- Observa tus tiempos: ¿hablas demasiado rápido? ¿Dejas demasiado espacio y se queda el silencio incómodo? Ajusta.
- Usa la estructuración del tiempo: antes de una presentación o reunión, define los “mini-tiempos”: apertura (gancho), desarrollo, cierre, preguntas. El control consciente del tiempo aumenta tu autoridad.
Y dejame saber si te ha pasado algo similar, si alguna vez tu voz abrió algo que luego no supiste sostener.
Si es así, este cuento también es tuyo, gracias por seguir leyendo y por hacer parte de este viaje,
por hablar, pero también por escuchar.
Un abrazo
Paula