Herramientas poderosas para acabar con el miedo

Nov 28, 2020


Esta segunda conversación es parte de la celebración del cumpleaños número 10 de mi pasión por dar voz a las ideas.

Como lo compartí en la publicaciónuna muestra de lo que puede pasar en una década, esta es para mí la mejor manera de hacerlo, recordando y recopilando el  proceso de definición, consolidación y entrega de las ideas poderosas de las más de 500 personas maravillosas que me han permitido acompañar su proceso para enamorar cerebros. 

Y precisamente fue en este escenario en donde descubrí que ese miedo, porque esa es la palabra correcta, a pararse enfrente de la gente a compartir las ideas, a exponerse por completo, o como me encanta decir a mi “a empelotarse”, - finalmente eso es lo que se hace cuando uno separa al frente de la gente con un interés genuino y con toda la intención de compartir lo que tenemos a la mano -, no es algo menor. Puede llegar al punto extremo de hacernos dudar de nosotros mismos, de lo que hemos visto, vivido y creído.

Esta extraña y profunda sensación la vine a encontrar, o más bien, a reencontrar después de un buen tiempo, y aquí voy a hacer un pequeño paréntesis para que me entiendan por qué fue un momento tan particular en este recorrido que apenas estaba empezando.

Me voy a ir muchos años atrás, a devolver a mi primer día de universidad, un día en el que entendí de la forma más abrupta en qué consistía el pánico escénico.

No me quiero extender mucho en ese momento porque seguramente luego vamos a tener la oportunidad de conversar con más calma. Lo que supe en ese entonces es que esa mezcla de emociones y situaciones serían mis fantasmas, unos compañeros de viaje que aparecerían en donde yo menos los quería.

En ese momento en realidad el pánico era un monstruo gigante, presente que me quitaba por completo el control en un escenario, en un espacio en donde el riesgo era mínimo; en teoría era un simple instante de presentación ante los que iban hacer mis compañeros de carrera. Fue ahí cuando entendí y sentí lo que sucede cuando hablar es un desafío emocional, de vida, supe cómo se pierde el control, como el cuerpo deja de ser de uno y no hay ni idea, ni palabra de rescate para poder salir de ese hueco infinito pero que cuando se comprende se transforma en un gran motor como nos lo demuestra Joe Cowan en esta charla:

Con el tiempo y con mucho trabajo transformé el pánico o mejor me volví una mejor administradora de esta realidad. 

Entre muchas otras razones por haber estudiado una carrera completamente visible, pública como la comunicación social y periodismo -, volvió a aparecer gigante negro pero esta vez no por mí sino por una de las personas que estaba entrenando.

Después de varias conversaciones, de tener una idea absolutamente poderosa en las manos, de organizar toda la información en una conversación completamente transparente, este gran artista abre su corazón y me cuenta que está absolutamente inquieto por su puesta en escena, por eso que va a ocurrir en el escenario cuando él se suba y vea al público. 

En la medida en que vamos conversando entiendo como sus inquietudes crecen, como sus miedos se hacen más latentes y como además, su cuerpo empieza a manifestar una serie de comportamientos sin que ese momento fuera aún realidad.

Lo que dicen los especialistas al respecto: accede aquí

Desde luego en chiste en la conversación aparecieron todo tipo de recursos como el alcohol y otros elementos que ni para qué mencionar. En esta preparación como posibles vías de escape a esa incertidumbre, a este miedo que crecía en la medida en que el evento se aproximaba, pasó tanto como la imaginación les permita dimensionar, pero mi postura era diferente, para mí tenía que existir algo y probablemente ese algo estaba asociado a mi recorrido y a mi experiencia y haber vivido algo similar buen tiempo atrás  y probablemente a haberlo enfrentado en diferentes escenarios, con diversas magnitudes antes de llegar a este punto de poder dar consejo. 

Dando vueltas y vueltas y vueltas, llegamos en conjunto a una decisión y es que su presentación no sería de frente como lo esperaría todo el mundo en una conferencia convencional, de hecho, haríamos algo atípico para el escenario, para el espacio y para el público, seguramente en contra de las famosas claves y reglas del buen orador.

Establecimos que aprovecharíamos cierta flexibilidad que el mismo evento nos permitía y precisamente. Decidimos que su pasión sería su mejor herramienta de confianza, con ella realmente podría afrontar el pánico que le generaba el hecho de estar parado frente a un público, que subiría y daría la espalda al público para entregar su historia mientras hacía lo que realmente lo conectaba con el propósito de entregar su idea, su arte. 

Encuentra acá una lista recomendada de arte en escenarios de conocimiento

Y no fallamos en la ruta,  el resultado fue un ejercicio tranquilo, una entrega completa de la idea, acompañada de una emoción coherente y absolutamente correcta. Además y sin esperarlo se transformó en un momento que le permitió dejar el miedo en el escalón previo a la salida al escenario, algo que le permitió disfrutar a cabalidad un momento que en otra situación podía haber sido una pesadilla y que sin duda al auditorio, con cientos de personas, les permitió conectar con una idea poderosa, disfrutar, ver y comprobar, que la idea era una realidad gracias a la presencia de la pasión de esta persona.

Esta experiencia y este artista me permitieron descubrir otro gran recurso y es sumar a nuestros ejercicios de comunicación eso que nos conecta y que hacemos mejor, esa herramienta que nos permite llenarnos de pasión si sabemos aprovecharlo y transformarlo en nuestro propio Efecto Wow dentro de cualquier conversación.

Una herramienta que después he utilizado en diferentes casos, con personas que al momento de salir al escenario se niegan por completo, con aquellos que una vez parados allí se dan cuenta de que esto les genera más inquietud de la que pensaban. Este también ha sido un insumo para saber que la estadística del pánico escénico, mi experiencia propia y la de todas estas personas, merece una respuesta distinta a una etiqueta de inseguridad, timidez, introversión o desconocimiento del tema; porque les puedo garantizar que ninguna de las personas que me he encontrado en este recorrido, con esta denominada enfermedad, son irresponsables, al contrario su inquietud latente es cómo hacer el ejercicio de comunicación de la manera más correcta; lo que les preocupa de corazón y en el fondo de sus entrañas es no dar la talla, es que la gente vaya construya una valoración o una evaluación incorrecta, que no los entiendan y que la información que tienen que entregar no se distribuya de manera impecable.

Espero que gracias a este artista, y a los muchos otros conferencistas que he visto pasar por esta situación, de una vez por todas entendamos que cada vez que vayamos hacer un juicio de una persona que tiene retos al momento de comunicar, primero evaluemos ¿qué le está pasando?¿por qué se siente de X o Y manera?¿qué será lo que hace que no se sienta 100% cómoda al momento de transmitir sus ideas? Que este sea un llamado para no juzgar a estas personas a las que les cuesta comunicarse, al contrario, nuestra misión al detectarlo es facilitar los espacios y generarles los escenarios para que con total confianza lo puedan hacer. Seguro tendrán ideas maravillosas para compartir, pero oírlas depende de quiénes estamos del otro lado. 

La mejor herramienta que les podemos dar es un poquitito de confianza que a veces viene con una aseveración, en silencio, con un aplauso y por qué no con un Aja. No nos perdamos la posibilidad de explorar esos cerebros maravillosos y de obtener esos insumos que tienen estas personas a las que simplemente un escenario, un público o un interlocutor los desafían.

Y si por casualidad tú tienes la inquietud de si esos nervios antes de comunicar son pánico yo te invito a que antes de definirlo de esta manera hagas el ejercicio más sano posible, te apoyes siempre en una magnífica preparación, entiendas que todos somos seres humanos y por lo tanto somos vulnerables y a que adicionalmente no por esa sensación, por esos nervios o por esa ansiedad, evites participar en escenarios comunicativos.

Te desafío a que digas que si a cada reto, por grande que sea, esta es la única forma de no dejar que el monstruo crezca, créeme lo sé por por experiencia. Hoy mi monstruo está bajo control y te garantizo que puedo con total felicidad disfrutar un escenario para conversar antes miles de personas, de la misma manera en la que amo una conversación uno a uno, o un escenario de discusión con una decena de personas.

No me importa si su conocimiento técnico o profesional es superior o si su estatus o jerarquía son elevados; encontré la forma, y no es mágica, de hacer que algo que físicamente me generaba daño se transformara, no sólo en una pasión, sino en una organización completa. Mi peor miedo en la vida se volvió no sólo mi recurso, sino la herramienta que comparto todos los días con mi equipo de trabajo y con cada persona a la que acompaño en su proceso de desarrollo de conciencia de comunicación.

¿Qué esperas para que tus miedos dejen de limitar tus ideas? Trabaja en tu ConCienciadeComunicación.

 

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