Hablamos de gestos, movimientos, posturas, miradas y en general todo lo que hace nuestro cuerpo cuando protagonizamos un espacio de comunicación, es decir: en una reunión presencial o virtual, en una conferencia, clase o conversación en la que estemos frente a nuestros interlocutores.

Aunque la corporalidad sea lo más evidente en estas circunstancias, tiene muchos retos de interpretación. Nos han llenado la cabeza de mitos y de malas lecturas acerca de esto, nuestro cuerpo debería actuar al unísono con las ideas y la coherencia debería ser la única herramienta para cuidarlo.
Sin embargo, ante tanta desinformación o interpretaciones superficiales, no sólo observamos a los otros con el lente errado para acabar catalogándolos equivocadamente.
Alteramos nuestro propio comportamiento mientras el pobre cerebro chequea listados infinitos con pautas.
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Empieza por permitir a todo tu cuerpo hacer su tarea: los ojos se moverán con dirección e intención, las piernas y los pies mostrarán la firmeza o comodidad que sentimos frente a lo que estamos diciendo…
Si estamos acostumbrados a que las manos acompañen lo que decimos, dejémoslas…
Evita portarte de una forma diferente a la que realmente te identifica.